Prensa | Clay, una de las 100 startups mas prometedoras de la década

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Daniela Boudeguer
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30-10-2025

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Prensa

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Jean Boudeguer e Ignacia Jofré de Clay
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Este artículo fue publicado en la sección de Innovación de El Mercurio | 30 de octubre, 2025

Las 100 startups más prometedoras de la década

¿Cuáles son las empresas emergentes chilenas surgidas en los últimos 10 años que hoy, bajo el ojo especializado, resultan más prometedoras?

Esa es la pregunta que da forma a esta publicación especial de Innovación de “El Mercurio”. Para responderla, se consultó a 100 expertos y referentes del ecosistema de innovación y emprendimiento, que accedieron a identificar y priorizar a las startups fundadas a partir de 2015 que, a su juicio, tienen mejores perspectivas de futuro. El resultado agregado de sus preferencias permitió confeccionar esta lista que aquí se despliega.


Jean Boudeguer e Ignacia Jofré de Clay Fintech

Clay

Cuando María Ignacia Jofré, cofundadora y chief growth officer de Clay, cuenta el origen de la empresa nacida en Puerto Varas, parte por el problema de fondo: la desconfianza. “Cuando las empresas van a pedir un préstamo o se acercan a inversionistas, toda la presentación financiera es súper dudosa, y ni inversionistas ni bancos le creen (…) no hay una fuente de información cierta y la contabilidad pasa a ser una línea de costo más que un elemento de ventaja competitiva o de gestión”, dice.

La respuesta de Clay fue acercar las fuentes “ciertas” (bancos y SII) a la contabilidad del día a día, con usabilidad al centro. La idea era usar tecnología financiera para que el emprendedor tomara decisiones sin fricción, con una experiencia “fácil, como un Gmail porque a nadie le enseñaron a usar Gmail”, resume Jofré.

En lo operativo, Clay se conecta automáticamente a la cuenta corriente y al Servicio de Impuestos Internos; categoriza ingresos y cargos, cruza obligaciones (remuneraciones, facturas por pagar) y mantiene la caja al día en una interfaz sencilla para equipos no financieros. “Es una plataforma muy fácil de usar. El dueño, el CFO o el asistente van haciendo ‘match’ entre los ingresos, los cargos del banco y sus obligaciones”, comenta la cofundadora.

Con esta propuesta, Clay posicionó su producto. “Esto no existe en Chile, porque juntamos la parte financiera con la contable. Es una plataforma pensada en el dueño de la empresa, con un vocabulario y una forma de trabajar donde el contador y el dueño del negocio pueden hablar el mismo lenguaje”.
Además, la empresa ofrece un modelo híbrido con servicio contable. “Para muchos clientes nosotros somos los contadores externos. Entonces, tienen la plataforma para su gestión financiera y contable, y tienen el contador en Clay”. Esa doble condición, proveedor y usuario, les permite acelerar el aprendizaje e “ir perfeccionando la herramienta para que todos los clientes se vean beneficiados por esta mejora continua”, añade Jofré.

Los primeros pasos no fueron sencillos. Partieron con un precio bajo (1 UF) para ganar volumen y dejar que el producto hablara. Confiada, Jofré asegura que “al conocer Clay se hace indispensable. Estamos seguros, porque lo hemos visto, que probando Clay no puedes vivir sin él en tu empresa”.
La innovación no se queda solo en la interfaz. Clay incorporó una asistente para resolver dudas con IA, principalmente sobre el uso de la plataforma y temas contables, y el siguiente salto apunta a la gestión accionable: automatizar tareas financieras y contables según el contexto del negocio.
Sin embargo, Jofré es enfática en advertir que el servicio humano es irrenunciable. “Es curioso, pero una de las cosas más importantes de un software es la atención al cliente. Un software sin un servicio humano potente cuesta que la gente se quede (…) Si bien tenemos robots y soporte IA, se complementan muy bien. Si quieres saltarte la IA, la puedes saltar. Los clientes llegan a nosotros por ese servicio”.

Crecer desde el sur también marcó la cultura. Clay nació en Puerto Varas y, para Jofré, eso hizo que emprender “desde el sur fuera más desafiante” y reforzó desde el inicio un diseño remoto: talento donde esté, y procesos de venta, soporte y colaboración completamente online.

A diez años de su fundación, Clay reconoce su lugar en el ecosistema y asegura que “nunca los bancos van a poder lograr este tipo de usabilidad e innovación; porque su negocio no es este. Por eso podemos convivir y desarrollar servicios que permitan que al final los clientes estén más contentos y resuelvan problemas”. Y agrega: “desafiar al mundo financiero es súper difícil y ser ‘player’ y mover el piso es un tremendo logro y desafío”.

Hoy, Clay cuenta con 4.000 empresas y su crecimiento priorizó el bootstrapping por sobre grandes rondas tempranas: “Nos ha permitido ser más autónomos, más libres y con un crecimiento sustentable”. Aun así, no cierran la puerta a levantar capital si acelera el siguiente salto y permite entrar de lleno en la etapa de escalamiento: “Cuando ya encontraste un segmento y validaste que tu propuesta de valor es reconocida y tu segmento paga por tu solución, dices: esta cuestión es real, entonces ahora escalémosla. Esa es nuestra etapa. multiplicar por 10”, concluye Jofré.



Este artículo fue publicado en la sección de Innovación de El Mercurio | 30 de octubre, 2025

Las 100 startups más prometedoras de la década

¿Cuáles son las empresas emergentes chilenas surgidas en los últimos 10 años que hoy, bajo el ojo especializado, resultan más prometedoras?

Esa es la pregunta que da forma a esta publicación especial de Innovación de “El Mercurio”. Para responderla, se consultó a 100 expertos y referentes del ecosistema de innovación y emprendimiento, que accedieron a identificar y priorizar a las startups fundadas a partir de 2015 que, a su juicio, tienen mejores perspectivas de futuro. El resultado agregado de sus preferencias permitió confeccionar esta lista que aquí se despliega.


Jean Boudeguer e Ignacia Jofré de Clay Fintech

Clay

Cuando María Ignacia Jofré, cofundadora y chief growth officer de Clay, cuenta el origen de la empresa nacida en Puerto Varas, parte por el problema de fondo: la desconfianza. “Cuando las empresas van a pedir un préstamo o se acercan a inversionistas, toda la presentación financiera es súper dudosa, y ni inversionistas ni bancos le creen (…) no hay una fuente de información cierta y la contabilidad pasa a ser una línea de costo más que un elemento de ventaja competitiva o de gestión”, dice.

La respuesta de Clay fue acercar las fuentes “ciertas” (bancos y SII) a la contabilidad del día a día, con usabilidad al centro. La idea era usar tecnología financiera para que el emprendedor tomara decisiones sin fricción, con una experiencia “fácil, como un Gmail porque a nadie le enseñaron a usar Gmail”, resume Jofré.

En lo operativo, Clay se conecta automáticamente a la cuenta corriente y al Servicio de Impuestos Internos; categoriza ingresos y cargos, cruza obligaciones (remuneraciones, facturas por pagar) y mantiene la caja al día en una interfaz sencilla para equipos no financieros. “Es una plataforma muy fácil de usar. El dueño, el CFO o el asistente van haciendo ‘match’ entre los ingresos, los cargos del banco y sus obligaciones”, comenta la cofundadora.

Con esta propuesta, Clay posicionó su producto. “Esto no existe en Chile, porque juntamos la parte financiera con la contable. Es una plataforma pensada en el dueño de la empresa, con un vocabulario y una forma de trabajar donde el contador y el dueño del negocio pueden hablar el mismo lenguaje”.
Además, la empresa ofrece un modelo híbrido con servicio contable. “Para muchos clientes nosotros somos los contadores externos. Entonces, tienen la plataforma para su gestión financiera y contable, y tienen el contador en Clay”. Esa doble condición, proveedor y usuario, les permite acelerar el aprendizaje e “ir perfeccionando la herramienta para que todos los clientes se vean beneficiados por esta mejora continua”, añade Jofré.

Los primeros pasos no fueron sencillos. Partieron con un precio bajo (1 UF) para ganar volumen y dejar que el producto hablara. Confiada, Jofré asegura que “al conocer Clay se hace indispensable. Estamos seguros, porque lo hemos visto, que probando Clay no puedes vivir sin él en tu empresa”.
La innovación no se queda solo en la interfaz. Clay incorporó una asistente para resolver dudas con IA, principalmente sobre el uso de la plataforma y temas contables, y el siguiente salto apunta a la gestión accionable: automatizar tareas financieras y contables según el contexto del negocio.
Sin embargo, Jofré es enfática en advertir que el servicio humano es irrenunciable. “Es curioso, pero una de las cosas más importantes de un software es la atención al cliente. Un software sin un servicio humano potente cuesta que la gente se quede (…) Si bien tenemos robots y soporte IA, se complementan muy bien. Si quieres saltarte la IA, la puedes saltar. Los clientes llegan a nosotros por ese servicio”.

Crecer desde el sur también marcó la cultura. Clay nació en Puerto Varas y, para Jofré, eso hizo que emprender “desde el sur fuera más desafiante” y reforzó desde el inicio un diseño remoto: talento donde esté, y procesos de venta, soporte y colaboración completamente online.

A diez años de su fundación, Clay reconoce su lugar en el ecosistema y asegura que “nunca los bancos van a poder lograr este tipo de usabilidad e innovación; porque su negocio no es este. Por eso podemos convivir y desarrollar servicios que permitan que al final los clientes estén más contentos y resuelvan problemas”. Y agrega: “desafiar al mundo financiero es súper difícil y ser ‘player’ y mover el piso es un tremendo logro y desafío”.

Hoy, Clay cuenta con 4.000 empresas y su crecimiento priorizó el bootstrapping por sobre grandes rondas tempranas: “Nos ha permitido ser más autónomos, más libres y con un crecimiento sustentable”. Aun así, no cierran la puerta a levantar capital si acelera el siguiente salto y permite entrar de lleno en la etapa de escalamiento: “Cuando ya encontraste un segmento y validaste que tu propuesta de valor es reconocida y tu segmento paga por tu solución, dices: esta cuestión es real, entonces ahora escalémosla. Esa es nuestra etapa. multiplicar por 10”, concluye Jofré.



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